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"Estos acontecimientos son más para lamentar que para alentar", comentó hace una semana el arzobispo de Tuam, Michael Neary, quien añadió que "no es sano" buscar "fenómenos extraordinarios" en unas concentraciones que "corren el riesgo de inducir a error al pueblo de Dios y debilitar su fe". Está bien que la Iglesia reconozca que las peregrinaciones milagreras son una tomadura de pelo. Podía hacerlo también con las de Lourdes y otros santuarios marianos que movilizan cada año a decenas de miles de personas tan desesperadas como rebosantes de fe, gente que viaja en busca de curaciones milagrosas como, si de existir y meterse en los asuntos humanos, la Virgen no hubiera mostrado ya su infinita crueldad haciendo enfermar a los peregrinos o sus seres queridos.
Por si el plantón de la Virgen de Knock no fuera bastante, el periodista irlandés Eoghan Harris ha dicho que la aparición original de 1879 fue un fraude. Ha contado que su abuelo, un granjero de la región, creía, como otros lugareños, que todo fue una creación de dos policías equipados con una linterna mágica, un aparato que permite proyectar imágenes sobre paredes y era muy popular entonces. De hecho, las quince personas que presenciaron el fenómeno el 21 de agosto de 1879 vieron las imágenes de la Virgen, san José y san Juan Evangelista en la fachada sur de la iglesia parroquial, que recordaban bañada por una extraña luz.
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